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Medios y democracia en Argentina: „Hasta la autoestima crece cuando uno tiene medios de comunicación propios“

Laura Wägerle | | Artikel drucken
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Entrevista con Ernesto Lamas de „La Tribu“ (2)

Damos seguimiento a la entrevista con Ernesto de Lamas de la radio comunitaria „La Tribu“ en Argentina. Durante 20 años ha luchado por cambiar la ley de medios en su país que fue un relicto de la dictadura militar. Hoy en día, cuando las radios comunitarias por ley tienen garantizadas un 33 % del espectro radioeléctrico, los desafíos son otros. Nos cuenta de su trabajo como defensor del interés público en cuanto a medios de comunicación, de los retos de la nueva tecnología y del cambio que ve que se está realizando en América Latina.

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3. ¿Cómo reaccionaron los grandes grupos mediáticos en Argentina cuando se aprobó la ley [de medios]?

 

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Gebäude des Community-Radios „FM LA Tribu“ in Buenos Aires

Reaccionaron como ustedes se imaginarán como reacciona cualquiera empresa concentrada: que ha cultivado durante años y años y años privilegios, una posición dominante, que han destruido a las pequeñas empresas. Reaccionaron mal. A ninguna empresa comercial, a ningún grupo poderoso económico le parece bien que le pongan límites. Consideran que tienen un derecho adquirido de seguir creciendo y de tener un poder que muchas veces va por encima del poder de la democracia, del parlamento, de los gobiernos. Además, son empresas concentradas, que no sólamente son empresas nacionales. Son empresas multinacionales que representan intereses cruzados por el mundo. Razón por la cual tienen también preparados sus equipos de abogados y jurídicos muy sólidos para tratar de estirar por lo posible estos derechos que fueron adquiriendo que sobre todo en toda la época de las gestiones neoliberales en América Latina, en la que los gobiernos negociaban absolutamente todo con las empresas con tal de tenerlas incluídas en la dinámica nacional. En este sentido Argentina tuvo en el año 90 y en el año 99, dos presidencias que fueron del proceso neoliberal más duro – o, bueno, para decirlo sin eufemismo, de capitalismo salvaje – , porque neoliberal suena hasta medio gracioso. En la que estas empresas lograron consolidarse, crecer, extenderse, comprar a las pequeñas empresas, llegar a los pueblos y ofrecer el mismo servicio para la mitad del precio, razón por la cual las otras empresas quebraban o tenían que ser vendidas a la empresa más grande que la ha terminado comprando. Y en Argentina tenemos un mulitmedio muy fuerte, que es la empresa Clarín. Es dueña de un diario, de cientos de radios, de canales de televisión. Es un grupo poderosísimo. concentrado que no sólamente es peligroso en lo que hace el tener una porción de las audiencias más grande que la de todos los competidores juntos, unidos. Pero también es malo para el desarrollo profesional, porque desde muy pocos lugares centrales producen contenidos para cientos de medios que simplemente lo que hacen es repetirlos. Entonces, también eso ha cortado el desarrollo laboral en las provincias, en las ciudades de distintas partes del país, en las que muchos periodistas se fueron quedando sin trabajo porque los contenidos principales se hacen en el centro, en la Ciudad de Buenos Aires, y son emitidos simplemente por repetidoras, que tienen esos medios, en los distintos puntos del país. Entonces, también en ese aspecto es malo la concentración. No sólamente por lo que hace al equilibrio democrático, a las ideas, y la información y en la construcción de noticias.

Pero no sólamente está Clarín. También hay otras empresas, nombro a Clarín porque es la principal, y la que llevó a juicio a la ley de medios de la democracia. Ley que estuvo durante casi cinco años con algunos puntos en ser perjudicial, es decir, siendo debatida hasta por la Corte Suprema, porque el grupo Clarín pedía que se declaren inconstitucionales los puntos justamente en los que se le ponía límites a la concentración. Esos dos artículos de la ley llegaron a la Corte Suprema y ésa en el año 2013 declaró que son constitucionales y que debían ser aplicadas en su totalidad. Eso llevó entonces a empezar un proceso de adecuación en la que por ejemplo – doy el ejemplo de Clarín sólamente para que se entienda lo grande es esa empresa – según la ley, lo que es hoy el grupo Clarín, debería de dividirse en seis empresas, para poder estar adecuada con la nueva ley. Seis empresas que pueden seguir teniendo la misma perspectiva y lógica, pero son seis empresas distintas. Y esa adecuación todavía hoy está siendo discutida judicialmente. Sin embargo, yo creo que tarde o temprano la ley va a ser aplicada para todo los grupos. Clarín no es el único: hay muchas empresas concentradas. Pero, bueno, está llevando su tiempo. Si tenemos en cuenta que durante más de veinte años en Argentina convivimos con una ley que dejaron los militares, podríamos decir que está bien tener un poco de paciencia y considerar que podemos unos años más seguir discutiendo judicialmente cómo se van a dar esas adecuaciones.

Hoy por hoy, lo que se puede decir claramente es que ya nadie niega que la concentración de medios hace mal a la democracia.

Y bueno, el punto con ese debate es mucho acerca de la objetividad periodística y cúales son los intereses que tienen los medios. Yo me acuerdo que en la Universidad de Buenos Aires siempre es un debate con los estudiantes si existe la objetividad periodística o no. A mi entender no existe. Puede existir el trabajo honesto, puedo existir el intento de un punto de vista neutral. Pero siempre hay una mirada sujetiva, y un trabajador y un periodista. Muchas de las empresas comerciales construyeron el mito de ser independientes, cuando en realidad se ha aprobado que no es así. Que dependen de intereses, que muchas veces incluso no son intereses vinculados con la comunicación, son intereses de otro tipo de empresas, o de partidos políticos. Y está bien que lo tengan, pero está mal que lo nieguen. Nadie dice que está mal que las empresas tengan otros intereses. Lo que está mal en todo caso es que lo cuiden y que digan que su práctica es absolutamente independiente, pura, transparente, cuando está claro que todas las empresas tienen proyectos políticos y – o – comerciales, incluídos los medios comunitarios. Los medios comunitarios son un proyecto político. No partidiaros, pero sí son un proyecto político porque tienen un objetivo. O sea, hay muchas perspectivas para la expresión de lo político y medio, lo tienen, incluso lo político, como los tienen los medios comerciales y como lo públicos. Que eso también ha sido parte del debate: que cuando se discute concentración se discute también qué significa la neutralidad, qué significa la objetividad, qué significan las alianzas. Esto ha tocado con otro tipo de intereses, y me parece que ha sido bueno, porque ha demostrado que los medios de comunicación no son un ente aparte que está por ahí dando vueltas en un espacio de pureza. Son parte de la sociedad, son parte de un sistema, y como tal tienen también cómo estar regulados. Por eso se menciona la concentración en la ley.

4. ¿Qué tipo de meta tiene usted en los trabajos que hace? ¿Estás vinculado a la defensoría de los usuarios?

Mi práctica profesional, en la que estuve durante 22 año, fue en La Tribu. Me considero parte de los movimientos comunitarios de América, participo en distintas instancias de redes de comunicación comunitaria de América y en AMARC, la Asociación Mundial de Radios Comunitarias. Soy capacitador de la Academia de la Deutsch Welle. Y en este momento estoy participando en un proyecto de capacitación en medios comunitarios en Colombia. Me interesa mucho el tema del desarrollo comunitario, y la participación en medios comunitarios. Soy profesor de la Universidad de Buenos Aires, donde estoy en una cátedra de Comunicación y Radio. Y, desde hace dos años por primera vez en mi vida, trabajo en un organismo público creado por la ley. No voy a negar con cierta resistencia, porque mi práctica ha sido de la ciudadanía, que al comienzo he dudado un poco a cerca de dar ese paso. Pero, bueno, conversando con mis compañeros de muchos años de trabajo, de lucha por crear esta ley, finalmente consideré que que era el momento para apoyar la ley desde una práctica profesional también. Estoy de director nacional del área de capacitación de la defensoría del público y tengo un contrato de cuatro años. La defensoría del público es un organismo que depende del Congreso de la Nación. De lo que se ocupa es de defender a las audiencias de la radio y de la televisión, de todo el país, que reclaman por contenidos discriminadores o de otras formas inadecuados. También es un organismo que acompaña a los medios emergentes, que se están creando a partir de la existencia de la ley. Así, considero que es una manera de seguir militando por el derecho humano a la comunicación, desde una perspectiva de los medios comunitarios. En este caso es un rol de organismo nacional que defiende a los usuarios.

De alguna manera, los que crearon las radios comunitarias hace más de 20 años, éramos ciudadanos que queríamos ejercer el derecho humano a la comunicación. No sólo éramos los estudiantes de la comunicación que queríamos expresarnos, sino también los que simplemente querían participar de una radio, o de una televisión. Y me parece que, esa ciudadanía, que en algún momento creó medios, también de alguna manera es la que hoy forma este organismo que trata de acompañar y de defender cuando hay algún tipo de conflicto, sea con los medios comerciales y públicos, o con los mismos medios comunitarios. Me parece que es un paso más para extender ese derecho humano y para que no sea considerado algo que tiene solamente el derecho las empresas o el Estado.

5. ¿Con la aprobación de esa nueva ley, hay nuevos medios, nuevas revistas, periódicos… En fin, es más alta la competencia?

Sí. Ha cambiado mucho el mercado en los últimos años. Entre muchas cosas, por la errupción de las nuevas tecnologías. Es más sencillo ahora crear medios de comunicación qué hace 20 años. Es distinta la construcción de noticias, la construcción de sentido, en articulación con las redes sociales por ejemplo. Es de mucho más fácil acceso la creación de contenidos y puesta de contenidos en medios digitales, también. Todos los medios tradicionales, que basaban su poder en el papel escrito, en el periódico, están cambiando y cosas. Lo que hace 25 años hubiera sido revolucionario, como por ejemplo La Tribu, que teníamos corresponsales populares en los distintos lugares de la ciudad, éso hoy es algo que hasta los medios comerciales tienen.

Yo creo que en general en América Latina hay experiencias nuevas, no sólamente comunitarias, sino también comerciales muy interesantes, que están entrando al aire y que están rompiendo con esas hegemonías construídas durante tantos años. El riesgo es que las empresas más concentradas muchas veces están atentas a esos medios emergentes. Quieren comprarlos de manera violenta, o seduciendo con mejores proyectos, mejores salarios… Ahí hay un debate y una resistencia entre cuántos se adaptan a las nuevas estructuras de los medios emergentes, o cuántos de mantienen su independencia real, y que desarrollan una línea de trabajo quizás con menos elementos económicos, pero con mucha más solidez a la hora de definir su propia línea editorial. Hay tendencias muy positivas, algunas famosas, y otras poco famosas.

Un ejemplo sería el Movimiento Nacional Campesino Indígena. Tiene representaciones en prácticamente todo el país y durante muchos años estaban acostumbrados a no tener nunca un espacio en los medios de comunicación, a no ser al salir cuando había un conflicto, o cuando había una noticia policial. Ellos en determinado momento decidieron crear sus propios medios, aunque son campesinos. Esta decisión la tomaron en un congreso que hicieron hace quince años, y hoy, después de quince años, ya tienen seis radios funcionando en una provincia que se llama Santiago del Estero. El movimiento campesino de Santiago del Estero creó dos centrales, gestionadas por los propios campesinos, articuladas en redes en la provincia. Una de ellas funcionando completamente con paneles solares, como la primera radio en Argentina que transmite con paneles solares, con energía completamente generada vinculado al medio ambiente, en un lugar donde en el momento debe de hacer 50 grados. Se puede decir que les ha cambiado por completo la vida y les ha cambiado por completo su perspectiva de la comunicación. Hasta la autoestima crece cuando uno tiene medios de comunicación propios, en las que puede escucharse, su propia voz. Hasta en ese plano cambia la cabeza, el corazón en las personas.

Entonces, esto creo que tiene que ver con una nueva conciencia de los medios, también con un anvance en la tecnología, que permite que hoy sea más sencillo montar una radio, como dije en el ejemplo, y no como hace treinta años atrás.

En América Latina, en los últimos diez años, ha habido un proceso en buena parte de los países, donde la ciudadanía logró tener representantes más parecidos a los ciudadanos y no más parecidos a los empresarios. Más allá de las cuestiones psicológicas, que cada uno poderá considerar, hay una presidenta que fue guerillera en Brasil, hay un presidente indígena en Bolivia, hay un economista de izquierda en Ecuador, hay una mujer que es hija de un diputado asesinado por Pinochet en Chile, una mujer en Argentina que […] defendía a los intereses ciudadanos; un presidente en Uruguay que fue guerillero y que estuvo más de diez años preso. Hay un panorama en América Latina donde los presidentes se parecen más a sus sociedades y no a las grandes empresas, a los grandes empresarios. Me parece que eso también ayuda a que surjan medios de comunicación más cercanos a la ciudadanía, y no medios de comunicación cercanos a los intereses de las empresas concentradas.

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Bildrechte: [1] Bruno Iglesias_

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