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Entrevista a Osvaldo Bayer

Sven Schaller | | Artikel drucken
Lesedauer: 10 Minuten

Osvaldo Bayer - Foto: Pablo MontllauOsvaldo, Ud. estudió, desde 1952 hasta 1956, Historia en Hamburgo, ¿qué vínculos tenía con Alemania?

Los vínculos con Alemania se inician por los orígenes de mi familia. Los Payr (luego Bayer) provienen del Tirol del Norte (Austria), de la ciudad de Schwaz, y se radicaron en Humboldt, una colonia de habla alemana (de alemanes, austríacos y suizos alemanes) en el Norte de la provincia argentina de Santa Fe. Viajé a Hamburgo en enero de 1952 porque en esa ciudad vivía mi compañera de vida Marlies Joos, y porque la facultad de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires, donde yo estudiaba, estaba dominada por la derecha, en buena parte por la Iglesia Católica. En ella, la Juventud Peronista –en esa época bien de derecha- que tenía el poder de vigilar las aulas perseguía a todo estudiante que era sospechado de izquierdista.Yo me consideraba socialista y no aguanté ese clima represivo Por eso me decidí viajar a Alemania en ese enero de 1952. Viajé precisamente a Hamburgo, porque allí se hallaba mi compañera de vida, Marlies Joos, nacida en la Argentina de padres alemanes. En Alemania trabajé y estudié cuatro años. Allí me casé y regresé con mi mujer y ya dos hijos (Udo y Cristian). Justamente en enero del próximo año, cumpliremos Marlies y yo sesenta años de casados e iremos a Hamburgo, el lugar donde nos casamos, a festejar la fecha con nuestros cuatro hijos y diez nietos.

Entre los años 1976 y 1983 vivió otra vez en Alemania. Fue un tiempo duro para su país por encontrarse bajo la dictadura de Videla ¿Qué recuerdos tiene de esta época?

Entre 1956 y 1976 viví en la Patagonia y en Buenos Aires hasta que tuve que abandonar la Argentina en 1975 durante el gobierno de Isabel Perón. Fue por la acción del grupo de extrema derecha, denominado “Las tres A”, que dominaba las calles de las ciudades argentinasy que publicaba día por día la lista de los “condenados a muerte” por dicha agrupación. Por mi libro “La Patagonia rebelde” (cuatro tomos) y por el film del mismo nombre que había ganado el Oso de Plata en el Festival de Berlin, fui condenado a muerte por ese grupo fascineroso, que comandaba López Rega, ministro de Isabel Perón. Fue cuando le pedí a Marlies, mi mujer, que se fuera de la Argentina con nuestros hijos. Ella lo hizo así y partió para Alemania. Yo me quedé porque no quería darle importancia a ese grupo de asesinos. Pero, hice una especie de vida de exiliado en la propia tierra. Estuve cinco meses escondido y fue cuando decidí también irme a Alemania y me instalé en la ciudad de Essen, donde Marlies tenía trabajo como empleada de oficina. Estuve un año viviendo en Essen hasta que Isabel Perón llamó a elecciones. Pensé entonces que había llegado el momento de regresar porque siempre, en la Argentina, cuando hubo elecciones se volvió al respeto de los derechos democráticos. Pero, cometí un gravísimo error: a las cuatro semanas de mi regreso en febrero de 1976, se produjo el golpe militar del general Videla que derrocó a Isabel Perón e instaló una dictadura brutal. Y ya era muy difícil dejar el país. Fue cuando el agregado cultural de la embajada alemana, Gottfried Arens, me ofreció protección y me sacó como refugiado hasta el aeropuerto de Ezeiza –luego de muchas dificultades y momentos muy difíciles ante las guardias armadas- donde pude abandonar el país en un avión de Lufthansa. Empezaba así una nueva etapa del exilio que iba a durar siete años más. Durante esos años en el exilio, además de realizar trabajos de traducción, docencia y otras actividades para sobrevivir, dediqué todo mi tiempo libre a luchar por los derechos humanos denunciando desde Europa el sistema represivo de la desaparición de personas y el robo de niños de la dictadura militar argentina.

Osvaldo Bayer - Foto: Pablo MontllauSiempre ha luchado por los derechos humanos y por todos aquellos que sufrían. El 30 de abril de 2007 Ud. recibió un premio de manos de las Madres de Plaza de Mayo. Premio que, según sus propias palabras, fue “el primer premio de su vida”. ¿Qué significado especial tiene este premio para Ud. en comparación con otros premios, reconocimientos o nombramientos? Ud. por ejemplo recibió en varias universidades los grados de Dr. honoris causa…

Sí, fue a mi regreso a Buenos Aires. Lo llamé el “mejor premio de mi vida” porque me sentí honrado por esas mujeres que mostraron un coraje civil a toda prueba durante la dictadura. Ese premio tenía el valor de ser entregado por un conjunto de heroínas que habían puesto en peligro sus vidas centenares de veces para averiguar el destino de sus hijos desaparecidos. Un premio entregado por un conjunto de mujeres bien de la base del pueblo. Sí, mientras tanto he recibido catorce veces el título de “Doctor honoris causa” por diversas universidades y el título de “ciudadano ilustre” de varias ciudades. Pero, el que más orgullo y alegría me da es el premio de esas mujeres de puro coraje.

Su propia vida fue reiteradamente amenazada después de haber dedicado tantos años a la investigación sobre los hechos que la historia oficial quiso hacer olvidar. Hechos que fueron publicados luego en su libro „La Patagonia Rebelde“, ¿qué le hizo seguir con este trabajo peligroso?

Cuando estudié Historia me dije: voy a interesarme en la investigación de los más olvidados y castigados en la historia del ser humano. Primero, fue la historia de Severino Di Giovanni, un antifascista italiano que llegó exiliado a la Argentina en tiempos en Mussolini ejercía el poder en Italia. Severino era de ideología libertaria y luchó con todos los métodos posibles contra las organizaciones fascistas que habían fundado los italianos en la Argentina. Por sus acciones, para los medios de comunicación fue el terrorista más peligroso de la historia. Fue condenado a muerte por la dictadura militar de Uriburu en 1931 y pasó a la historia como un terrorista brutal y homicida. Yo hice la investigación sobre su vida, encontré sus cartas de amor y sus cartas a su familia y me di cuenta que era un hombre muy distinto a lo que pintaba la historia oficial. Ese libro fue prohibido y quemado publicamente por la dictadura militar. Luego retomé las investigaciones y publiqué “Los anarquistas expropiadores”, también de la misma veta histórica del sindicalismo argentino. Luego vendría el tercer libro, la historia de las huelgas patagónicas de los peones rurales que fueron reprimidas por el ejército y que se calcula que fueron ejecutados 1.500 peones. El interés me vino porque mis padres habían residido en la Patagonia justo en los años de esas huelgas (1921-22). Mi padre siempre me relataba lo que él había presenciado. Y nunca se había investigado. La historia oficial había guardado silencio sobre ese hecho tan vergonzoso de la represión llevada a cabo por un presidente (Yrigoyen) que había sido elegido por el pueblo. Una investigación que me llevó ocho años y me costó ocho años de exilio.

¿Quién o qué despertó su interés por la Patagonia?

Mi interés por la Patgonia se inició en el relato de mis padres que vivieron en Santa Cruz y Neuquén y allá nació mi hermano mayor, Rodolfo. Y en el año 1957 resolvimos con mi mujer ir a vivir allá con nuestros cuatro hijos. Fuimos a Esquel una pequeña ciudad en la provincia del Chubut. Fui a dirigir el diario de la zona. Nos gustó mucho pero el sueño de vivir allá duró poco tiempo. Apenas un año, ya que el propietario del diario quería que yo sólo informase sobre acontecimientos sociales. Y yo, cuando comprobé la injusticia que se cometía con los pueblos originarios, los tehuelches y mapuches, emprendí una campaña denunciando ese trato. Finalmente, el propietario me echó del diario y me acusó –con toda falsedad- que yo había querido asesinarlo. Yo, que jamás tuve un arma en mis manos. Fui preso, claro, porque la policía estaba a favor del propietario. Pero ante la justicia demostré mi inocencia. Aunque tuve que abanonar la Patagonia porque me lo exigió la gendarmería por razones de “seguridad”. Fue muy triste para mí y mi familia tener que abandonar la Patagonia porque amábamos y seguimos amando esa tierra tan hermosa.

Osvaldo Bayer - Foto: Pablo MontllauNo es un secreto que le atrae la vida anarquista. En su opinión, ¿los ocupantes de las fábricas y nuevos cooperativistas siguen el camino que plantearon noventa años atrás los anarco-sindicalistas de la Patagonia?

Yo tengo gran respeto por el movimiento cooperativista que tomó gran fuerza en la Argentina hace diez años cuando se sufrió una gran crisis económica en el gobierno de de la Rua. Se cerraron fábricas, hoteles y otras empresas. Muchas de ellas fueron ocupadas por sus empleados y obreros y así se constituyeron en cooperativas. La mayoría de ellas han demostrado que producen la misma cantidad de productos, o más, que cuando eran empresas privadas. Además, todos los integrantes de las cooperativas reciben el mismo sueldo, es decir, llevan a la realidad la palabra Igualdad. Todo se resuelve en asamblea.Un verdadero ejemplo de democracia. Sí, era un plan parecido a lo que habían soñado aquellos anarquistas patagónicos de las huelgas del 20-21. Hoy hay dos ejemplos notables: la fábrica de cerámica FASINPAT, de Neuquen (su nombre es una abreviación de “Fábrica sin patrones”) y el hotel Bauen, en el centro de Buenos Aires, una cooperativa real de trabajadores.

Su nombre es vinculado también con la permanente lucha por los pueblos originarios. Su último proyecto es el guión para el film „awka liwen“, que significa „rebelde amanecer“. ¿Cuáles fueron los obstáculos contra este documental y cuál es la situación de los pueblos indígenas en Argentina, hoy en día?

He luchado toda mi vida por la reivindicación de los derechos de los pueblos originarios. La historia de la conquista española, en este aspecto, es verdaderamente trágica, que culminó con la misma política que hicieron los argentinos con la denominada “Campaña del desierto” la cual se trató de un verdadero genocidio de esos pueblos originarios y la apropiación de sus tierras, que fueron repartidas entre los estancieros rurales, en gran parte europeos, formándose así el latifundismo argentino que todavía hoy explota nuestra agricultura y ganadería. Hemos formado una organización que se llama “Awka Liwen”, que en mapuche quiere decir “Rebelde amanecer” para hacer valer los derechos de esos pueblos. El film del mismo nombre no recibió el crédito financiero que solicitamos al organismo estatal que los otorga para obras de cine, pero igual logramos, con nuestro esfuerzo, realizarla. Es un resumen de toda la cuestión histórica y del estado actual de esos pueblos originales que todavía hoy sufren un mal trato por las autoridades. Pero paso a paso nuestra lucha va dando sus frutos. Vale la pena luchar por lo justo.

La versión en alemán puede encontrarse aquí.

Fotos: [1]-[3] Pablo Montllau

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