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Cuatrocientos cincuenta y ocho días de la vida de Diana (primera parte)

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Cuatrocientos cincuenta y ocho días de la vida de Diana (primera parte) (104 Downloads )

Por María Guadalupe Avendaño Tijerino*

 

dieciséis de enero de 1963
Soy una chica muy traviesa y muy inteligente. Ayer martes cumplí mis ocho años de edad. Mi papá me regaló este lindo cuaderno que utilizaré como diario, en éste escribiré todito lo que se me ocurra y sé que no me reclamará que escriba mentiras o lo que se me ocurra; el año pasado, mi papá me regaló el Diccionario de la Lengua Española que editó la Real Academia Española en dos volumenes para que yo aprenda los significados de las palabras, una tarea difícil, muy díficil, me llevará años, apenas he aprendido los significados de unas treinta palabras. Mi mamá me regaló un bulto de cuero en el cual meteré los libros del colegio, mis abuelos paternos Leopolda Trinidad y Sebastián tres uniformes, mis abuelos maternos Matilde María y Altagracio Artemio, en nombre de los hermanos y hermanas de mi mamá, seis calzones blancos, tres baberos azules, éstos son obligatorios en el colegio, y un par de zapatos negros, mi tía Claudia Bernarda media docena de calcetines blancos y mi tío Federico cinco pañuelos blancos y una faja azul para los uniformes. Mis hermanos me dieron regalos también, me regalaron cuadernos y lápices. Nadie me regaló caramelos. Hubo torta y helados. Mi mamá cocinó tres gallinas. Fue casi lo mismo del año pasado.

veinte de enero de 1963
Mi papá insiste en que aprenda la tabla del dos y la del tres y la del cuatro y la del cinco, éstas me producen un dolor de cabeza intolerable, por más que lo intento no logro memorizarlas. Estos tres últimos días han sido un martirio. Mis hermanos están en la calle, juegan al béisbol con sus amigos, y Teresa Trinidad ayuda a mi mamá en las labores de la casa. Yo no tengo permiso de hacer lo que quiero hasta que no aprenda las malditas tablas. ¡Qué suerte la mía! Dos por dos cuatro, por dos ocho, por dos dieciséis, por dos igual a cuatro por cuatro por dos, o sea ocho por cuatro treinta y dos. ¡Qué horrible!

veintidós de enero de 1963
Ayer lunes soñé que era una osa blanca grande y muy mala, ella se comía los cuadernos y libros que tenían tablas de multiplicar y castigaba a los papás que obligaban a sus hijas a aprender las tablas de multiplicación. Desgraciadamente, mi sueño no es realidad, creo que fue porque conté éste a Teresa Trinidad por la mañana y no por la tarde, como dice mi tía Claudia Bernarda que debe hacerse para que el sueño se convierta en una realidad.

treinta de enero de 1963
Las clases han comenzado en el Colegio Francés y estoy alegre, tengo la oportunidad de conversar con mis amigas con la cuales estuve en el primer grado. Mi maestra de segundo grado es vieja y no me agrada, tiene una cara de bandida y parece que va a comerse enterito a las niñas que hablan cuando ella está de malhumor. ¡Ay!, es regañona, muy regañona. La maestra que tuve en el primer grado sí me agradaba, ella era joven y alegre y no regañaba a nadie y se vestía bien bonito. Mi amiga Beatriz es rica, sus papás tienen dinero en abundancia, llega a dejarla y a recogerla al colegio el chófer de su casa en un Mercedes Benz. Ella comparte las golosinas y el dinero conmigo, es celosa, no le gusta que me acerque a mis otras compañeras y eso no me gusta a mí, yo quiero ser amiga de todas y no sólo de una.

tres de febrero de 1963
Ayer sábado desperté a media noche. Mi mamá hizo un escándalo a mi papá, le gritó que era un zángano sinvergüenza pero no por venir borracho sino por venir impregnado del olor de una mujer de la calle y que un día de tantos lo van a contagiar con una enfermedad cochina y más. Mi papá empezó a golpearla y mis hermanos y yo corrimos a defenderla, él dejó de pegarle y fue a acostarse, nosotros levantamos a mi mamá del suelo, ella se lavó la cara y contuvo la sangre de nariz, nos mandó al cuarto.
Hoy domingo fui a visitar a Beatriz y le conté que mi papá le pegó a mi mamá, ella dijo que eso es común en la gente pobre pues carecen de modos decentes y finos, reclamé diciéndole que los pobres tenemos modos decentes y ella aseguró que los modos de los pobres son toscos y vulgares. Dije que ya no era mi amiga y no volvería a hablarle y me fui. Ella me siguió y me ofreció una cajita de chocolates para que siguiera siendo su amiga y me amenazó: si no seguía siendo su amiga, ella se mataría. Tuve miedo de que cumpliera con la amenaza y acepté la cajita de chocolates y reímos con gusto.

cuatro de febrero de 1963
Mis papás se han reconciliado. Mi mamá tiene el ojo morado y el labio inferior inflamado. Yo no quiero a mi papá, debiera quererlo, él es malo. Anteayer no fue la primera vez que él le pegó. ¿Quién sabe cuántas veces le ha pegado? Yo no las he contado. Él le pega cuando viene borracho o pierde los estribos debido a que ella le reclama que ha estado con una mujer de la calle. Mi mamá tiene un olfato de perro, sin variación, ella huele el olor de otra mujer en el cuerpo o en las ropas de mi papá.

siete de febrero de 1963
Soñé que era una niña maga y que con mi varita mágica podía cumplir cada una de los deseos que vinieran a la cabeza. Uno de éstos fue ser la mejor jugadora de béisbol del mundo. Vi una foto mía en las páginas deportivas de periódicos de los Estados Unidos de América porque yo era la mejor jugadora del jardín central y la campeona de jonrones de todos los tiempos, más jonrones que Babe Ruth o Willie Mays o Mickey Mantle o Hank Aaron, además de ser quien siempre pegaba el jonrón en el noveno inning, estando llenas las bases, estando perdiendo mi equipo el partido, cuatro carreras a una o seis a tres u ocho a cinco, habiendo dos outs y yo teniendo tres bolas malas y dos streikes. A propósito, unas palabras que se utilizan en béisbol son más prácticas en inglés que en español, sobre todo por la significación (por ejemplo out, en español significa extinguido y fuera pero decir fuera o extinguido resulta tonto) y porque se sabe que significan en virtud de estarlas repitiendo (por ejemplo streike o pitcher o infield o shortstop o catcher). Dos cosas he averiguado: primero, decir bola mala no es correcto, una bola mala es una bola que no sirve más, hay que buscar una palabra más adecuada; y segundo, el batazo de cuatro esquinas, el jonrón, no se encuentra en el Diccionario de la Lengua Española, pero aquí se utiliza. Creo que no está en el diccionario porque en España no juegan al béisbol, juegan al fútbol, así me lo afirmó mi papá y sus amigos y ellos saben lo que dicen, son fánaticos beisboleros desde que eran unos niños pequeñitos.

diez de febrero de 1963
Mi papá me llevó al Estadio General Guineo para que viera el partido del Boer contra Cinco Estrellas como me lo había prometido, fue un partido para morirse de los nervios. Fue mi sábado de mala suerte, mi equipo Boer perdió en trece innings a causa de un wild pitch. Cinco Estrellas se coronó campeón de la liga profesional de béisbol y fue terrible, mi papá gozó, él es seguidor de los estrellados y yo me molesté. Él trató de contentarme y me llevó a McDonald en donde comí dos hamburguesas con sabrosura y bebí una Coca-cola.

veintisiete de febrero de 1963
Mi papá volvió a discutir con mi mamá, ésta vez él no le pegó, aceptó lo que dijo mi mamá, la oí decir que él, por andar acostándose con mujeres de mal vivir, había cogido una gorronea y que casi estaba segura de que ella tenía gorronea también. Busqué esta palabra en el Diccionario de la Lengua Española, no la hallé, hallé gorrón que es un hombre perdido y enviciado que trata con las gorronas y mujeres de mal vivir. Pensé que había confundido la palabra y así fue, busqué una hora más en el diccionario y encontré la palabra gonorrea: flujo mucoso de la uretra. No comprendí el significado y busqué las palabras una por una. Juntando significados supe que mi papá está echando mocos por el pajarito que le puso Dios porque es un hombre. Seguro que debe ser una enfermedad muy mala a causa de que mi papá informó a mi mamá que había ido al médico y éste le había recetado inyecciones de tetraciclina o penicilina y que ella, igual que él, debía ponerse en tratramiento.
Don Reynaldo Sequeira Gutiérrez ganó las elecciones para presidente de la República. Probablemente, él no hubiera ganado si el candidato del Partido Conservador Nicaragüeño hubiera sido don Fernando Aguilera Rubí y no don Anacleto Sotomayor Eterno Perdedor. Don Fernando no quiso ser el candidato, comentó el periódico El Managüeño que él ni siquiera fue a votar.

tres de marzo de 1963
Beatriz cumplió año el jueves veintiocho de febrero y lo celebró con una fiestecita ayer sábado. Ella me invitó a que fuera a su casa pero no me dejaron ir. Mi papá quiso que fuera, asegurándole a mi mamá que él iba a darme el dinero que necesitaba para comprar el regalo; mi mamá se opuso, se justificó manifestando que no teníamos dinero para comprar un regalo adecuado para la hija de un director de banco. Tuve que quedarme en casa, desfraudada. A las cinco de la tarde apareció Beatriz acompañada del chófer y dijo a mi papá que ella me había invitado a la fiestecita y ésta no comenzaba si yo no asistía. Mi papá, supernervioso, dijo que yo estaba enferma, mi amiga le echó en cara que era un mentiroso, igual que el año pasado que no me permitió asistir, y ella sabía muy bien que yo estaba sana. Se sentó en una silla mecedora y aseguró que no se iría sin mí. Mi mamá le echó en cara que era una niña malcriada y le exigió que se retirara de casa. Mi amiga salió a la calle Torte (Bildquelle: Quetzal-Redaktion, gt)y se sentó encima de la parte delantera del Mercedes Benz. Mis papás cerraron la puerta de la casa y a cada rato iban a la ventana para ver si ella se había ido. Beatriz no se iba y pasaron dos horas hasta que no vino su papá Lamberto y ella le informó que estaba esperándome. Don Lamberto tocó a la puerta de la casa y conversó con mi papá, él no pudo negarse a darme permiso para ir a la fiesta. Fui a ésta, nuestras amigas se alegraron. Fue una fiesta linda, había de todo todo. Beatriz me enseñó el montón de regalos que recibió de su familia y sus amigas, varios de éstos eran preciosos. Me obsequió tres de los regalos y me dio un pedazo grandote de la torta de cumpleaños para mi papá por lo bueno que fue al haberme permitido que asistiera a la fiesta. Me trajo su chófer a casa y mi familia se comió la torta con gusto.

diez de marzo de 1963
Teresa Trinidad es una envidiosa terrible. No puede soportar que mi papá me quiere más a mí que a ella, a pesar de que ella lo quiere más que yo. Ella es una tonta. Reclamó a mi papá porque él me dio un paquete de chocolates y caramelos que le regalaron en el trabajo. Él le dijo que yo era la menor y que por eso no debía serle extraña su actitud para conmigo. Ella no lo entendió y la cólera la desahogó con mi álbum de jugadores de béisbol, lo rompió. No la acusé ante mi papá pero no le hablo desde hace tres días.

quince de marzo 1963
Ayer jueves murió mi abuelo Altagracio Artemio. Desde hace rato esperaban su muerte, él padecía de cáncer por fumar como condenado. Mi mamá lloró cuando vinieron a darle la noticia y contagió a Teresa Trinidad, ésta no cesó toda la noche de llorar y no me permitió dormir. Yo no lloré. Él no me fue simpático. Fue un viejo cara ácida regañón. No podía verme por su casa, le caí mal porque soy preguntona y fui la única que lo contradijo y le dijo que era un mentiroso, sólo contaba mentiras. A mí mamá no le agradó la opinión que yo tenía de él y me pegó unas veces hasta que mi papá no la amenazó que se las iba a ver con él si volvía a pegarme. Mi mamá le protestó y mi papá le dijo que estaba bien si yo le decía mentiroso si él contaba mentiras. Mi papá no tuvo buenas relaciones con mi abuelo Altagracio Artemio, a mi abuelo le disgustaba que mi papá pegara a mi mamá. Mi papá, una vez, reclamó a mi abuelo Altagracio Artemio y le solicitó que no se involucrara en sus problemas ya que no tenía moral para reclamarle puesto que viejo ya iba a las casas de mujeres de la vida alegre y seguía golpeando a su mujer. A la vela del muerto fueron mis papás y mis hermanos. Hoy viernes por la tarde lo enterraron en el Cementerio Occidental.

dieciséis de marzo de 1963
Teresa Trinidad me habló para decirme que ojalá me salga mi abuelo Altagracio Artemio por la noche y me jale las orejas. Yo la vi con malos ojos, no le hablé porque todavía estaba molesta con ella. Yo no creo en los muertos que salen de los hoyos donde los meten. Mi papá lo ha asegurado. Y si se aparece en el cuarto voy a decir lo mismo que le dije, que es un señor regañón y mentiroso.

veintitrés de marzo de 1963
Ayer viernes, una banda que se llama saladinista y que quiere botar en el cajón de la basura al gobierno, se metió en la radio Mundial y la tomaron por la fuerza, ellos transmitieron una proclama política en la cual daban a conocer que estaban contra la reunión del señor presidente de los Estados Unidos de América John Fitzgerald Kennedy y los presidentes de los países de Centroamérica. Mi papá dice que el gobierno es invencible y que esos necios saladinistas son vagos que andan perdiendo el tiempo y que sería mejor que se dedicaran a estudiar y no a alborotar la tranquilidad para que no salgan las avispas del avispero.

veintiséis de marzo de 1963
El domingo terminó el novenario para que se salve el alma de mi abuelo Altagracio Artemio. Fui con mis papás y ellos me permieron que bebiera un vaso de ponche, éste me puso bien rica y habladora. Mi mamá se molestó y mi papá se rió. El lunes me costó levantarme para ir al colegio. Mi mamá me despertó como siempre, apenas se fue volví a dormirme. Teresa Trinidad, como no nos hablamos, no volvió a despertarme, se alistó y fue a desayunar. Mi mamá debió de haberle preguntado por mí y ella debió de haberle dicho que yo dormía. Mi mamá volvió a despertarme regañándome con grosería y me levanté. La cabeza parecía que iba a estallarme de un momento a otro momentito como una bomba. Me alisté en quince minutos y aún me sobró un minuto para esperar el bus del colegio que viene a recogerme. Beatriz se río de mí, afirmó que tenía una cara de búho. No había visto un búho y fui a la biblioteca del colegio a buscar un libro que tuvieraBibliotek (Bildquelle: Quetzal-Redaktion, gt) unas figuras de búhos. La bibliotecaria me ayudó. Vi con atención varias fotos de búhos y no me pareció que se parecieran a mí. Para salir de dudas pregunté a la bibliotecaria si yo tenía una cara de búho, ella sonrió y dijo que no. Le eché a Beatriz la mentira en cara y ella volvió a reírse de mí con ganas, después preguntó cómo es un búho, ella no había visto uno. Le respondí que era una tonta y ella me tiró el cuaderno de matemáticas en la cara. Me dieron ganas de apretarle el pescuezo. Me contuve y le escupí la cara la cual tiene la forma de una güirila. Se enojó terriblemente. Hizo el ademán de darme una cachetada y se detuvo al ver que yo estaba en posición de combate, ella sabe que le he dado buenos golpes a quienes se han metido conmigo. Se rió y se disculpó, acepté la disculpa, en agradecimiento me invitó a un rico helado de chocolate.
Hoy fueron mis papás a un restaurante para cenar, celebraban el aniversario número catorce de estar casados. Ellos se casaron el veintiséis de marzo de 1949, ambos contaban dieciocho años de edad (mi papá es cinco meses mayor que mi mamá). Ella dice que se conocieron en 1947, mi papá era el novio de mi tía Desiderata, quien tiene el nombre más feo de toditas mis tías. Es una historia no muy agradable. Mi tía Desiderata no perdona todavía a mi mamá que le quitó el novio, él y ella se iban a casar el veinticinco de diciembre de 1948, no pudieron hacerlo, en los días de La Purísima de ese mes y ese año mis papás se dieron cuenta de que se querían y mi papá dejó plantada a mí tía Desiderata como la novia de Tola. A mi tía Desiderata le costó encontrar un nuevo novio para casarse a causa de que ella obsequió el secreto suyo a mi papá, no sé qué tipo de secreto, yo no me he atrevido a preguntar a mis papás, por muy preguntona que sea, y lo que sé lo sé por que la chismosa, lengua larga, falsa de mi hermana me lo contó. Mi tía Desiderata se casó con don Antenor, el jefe de la oficina en la cual trabajó, un señor viejo que era viudo, él es pinche, pese a que tiene plata, y trata a mi tía Desiderata como empleada sin importarle que es la mamá de dos hijos suyos. En fin, mi tía Desiderata habla con mi mamá porque son hermanas.

diez de mayo de 1963
Los estudios han exigido mi tiempo y por eso no he escrito en mi diario. Sigo aprendiendo palabras del Diccionario de la Lengua Española. Hasta el presente soy la mejor alumna en casi todas las materias. Fuera la mejor alumna del grado sino tuviera problemas en matemática, los números me causan dolor de cabeza. Beatriz sigue siendo mi amiga con quien comparto más tiempo, nos enojamos y nos contentamos.
Mi mamá reclamó dos veces a mi papá, él sigue en las malas andadas, le pegó en la primera y la oyó en la segunda, ella le reclamó que le pasó las ladillas, alguna cosa mala que yo no sabía qué era. Busqué la palabra en el Diccionario de la Lengua Española, no entendí lo que aparece en éste. También busqué en libros de la biblioteca del colegio, en ésta no hallé ningún libro que tratara sobre ladillas, tampoco sobre enfermedades cochinas. La bibliotecaria preguntó con insistencia para saber qué tema era el que yo buscaba. Le dije que no podía ayudarme pues buscaba muchas cosas y ninguna. No podía decirle qué quería saber, estoy segura de que iba a preguntar para qué lo quería saber y yo no podía contestarle, contestarle era decirle que mi papá tenía ladillas y me causaba pena. Fui a la Biblioteca Nacional y ahí sí encontré lo que buscaba y más. Las ladillas son como los piojos. Los piojos se pegan en la cabellera y las ladillas en los vellos de las partes vergonzosas. No tuve miedo pues no tengo pelitos ahí, además, según los libros que consulté, la ladilla sólo se pasa por medio de los juegos que hacen los hombres y las mujeres mayores en la cama. Me estoy convirtiendo en una experta en enfermedades venéreas. Más tarde pregunté quedito a mi papá si ya no tenía ladillas. La cara se le puso rojísima de la vergüenza y sugerió que no volviera a plantearle tales preguntas.
Teresa Trinidad y yo nos hablamos de nuevo. Me pidió que dispensara la mala acción de ella y me rogó que solicitara cincuenta córdobas a Beatriz ya que los necesitaba para comprarse una blusa que quiere lucir en una fiestecita escolar. Me causó lástima. Sé que ella se disculpó para que yo cumpliera. No soy tonta, ella es la tonta. Fue fácil, llegué al colegio por la mañana y conté a Beatriz que había perdido un dinero que mi mamá me mandó a entregar y me daría de palos por culpa de mi gran dundería. Beatriz aseguró que eso no pasaría ya que ella me entregaría el dinero que había perdido. Esa misma tarde, al llegar al colegio, puso en mis manos tres billetes que sumaban la cantidad que necesitaba. Le pregunté de dónde había Treppe (Bildquelle: Quetzal-Redaktion, gt)obtenido el dinero y me informó que había dicho a su mamá que necesitaba dinero para invitar unas amigas a beber Coca-cola y comer sándwisches y su mamá le dio veinte córdobas, diez tomó sin ser notada de un lugar donde su papá guarda dinero y los otros veinte de sus ahorros. Se lo agradecí y entregué el dinero a Teresa Trinidad, quien me besó, en la alegría, en la cara. Ella compró la blusa y narró a mis papás que la había ganado en una rifa.
Mis hermanos no paran en casa; los días de semana vienen de la escuela, tiran cuadernos y libros en cualesquier lugares, almuerzan, duermen un rato y se van, regresan de la calle para cenar y luego se van a ver televisión al taller de don Renato hasta que él no los corre. Mi papá no les llama la atención, mi mamá no se mete con ellos, las preocupaciones de ella son mi papá y, un poquito menos, Teresa Trinidad. Mi mamá no se mete conmigo. Una vez le reclamé que ella no se preocupa por mi persona y manifestó que es suficiente con lo que mi papá se preocupa por mí.
El miércoles primero de mayo fue impuesta la banda presidencial al señor Reynaldo Sequeira Gutiérrez. Él prometió ser un buen presidente de la República. ¡Ojalá y sea cierto!

trece de mayo de 1963
El presidente de la República don Reynaldo Sequeira Gutiérrez llegó al colegio, fue invitado por las monjitas para que participara en la misa de celebración de la Virgen de Fátima. Después de la misa habló y nos dijo que fuéramos buenas alumnas para ser buenas ciudadanas en un futuro. Es un señor que habla con cariño y da la impresión de que es buena gente. Él saludó a Beatriz y, como yo estaba a su lado, también me saludó. Mi amiga me informó que don Reynaldo Sequeira Gutiérrez es amigo de su papá y en varias ocasiones ha estado en su casa. Mi mamá y Teresa Trinidad no quisieron creer que el señor presidente de la República me saludó, es problema de ellas. Mi papá sí me creyó, él me cree todo, yo no le miento por eso.

quince de mayo de 1963
Luis Antonio hurtó mis ahorros de medio año. Le grité que era un ladrón sinvergüenza y malparido y él me dio un jab de izquierda que me tumbo al suelo. Sebastián Egidio, que es dos años mayor que él, corrrió a levantarme y lo amenazó con darle una tunda sino me dejaba en paz. Mi hermano se desahogó echándome en cara que yo soy la preferida de mi papá, él me complace en todo lo que quiero, él había conseguido una beca de estudio para mí en el trabajo, tan buena que viene a recogerme el bus del Colegio Francés, para ellos no había conseguido nada, y que yo no soy la chica plástica que aparento ser como Beatriz que sí lo es, yo soy una pobre Diabla muerta de hambre sin futuro porque los pobres no lo tienen. Teresa Trinidad le propuso que eso que me echó en cara mejor se lo dijera a mi papá y Luis Antonio le gritó que no se metiera en donde no la llamaban, que ella estaba casi en la misma situación, si no fuera porque mi mamá tenía ojos para ella. Teresa Trinidad no se quedó callada, le dijo que era un envidioso frustrado, además de ladrón. Mi hermano se le echó encima en el momento en que mi mamá abrió la puerta del cuarto. Ella lo vio y perdió los estribos. Lo golpeó hasta que Sebastián Egidio no la separó de él. Mi mamá le gritó que no era de hombres pegar a una mujer y se fue del cuarto llevándose a Teresa Trinidad. Mi papá no estaba en casa, tenía turno por la noche en el trabajo. Sebastián Egidio apagó la luz y nos metimos cada quien en las camas. Luis Antonio me causó pesar y no podía dormirme pensando en él. Me acordé de que tenía cinco córdobas escondidos en un libro, me levanté calladita y fui adonde estaba mi bulto y saqué el libro, lo abrí en la páginas en que estaba el billete y lo tomé. Fui a la cama de Luis Antonio y me dispensé de lo pasado y él gritó que lo dejara en paz, que era una niña estúpida. No me agradó que dijera que soy estúpida y no le regalé los cinco córdobas. Se los di a Sebastián Egidio que en ese estado en el cual no se está dormido, tampoco despierto, me lo agradeció y dijo que yo era un ángel de los más buenos.

veinte de mayo de 1963
Mi papá me llevó al Gimnacio Nacional. Vimos la pelea de Alacrancito Mayorga y Cojonudo López. La pelea me desagradó. Se golpearon poco y sin ganas, parecía que se tenían miedo. Cojonudo López es boca solamente. Él pasó semanas enteras asegurando que iba a dar una paliza a Alacrancito Mayorga de la cual nunca se olvidaría y en el ring no soltó los brazos a volar para que se estrellaran sus puños en el cuerpo del adversario. Alacrancito Mayorga sabe boxear, sin embargo no tiene un punch que le ayude a ganar por knock out y no creo que algún día llegué a ser el campeón mundial a pesar de que es el campeón nacional en la categoría de peso ligero junior. A mí me cae bien él debido a que su mamá doña Isidora, ella vende sabrosos perrerreques en una esquina del barrio, es una gorda simpática que habla sin interrupción. Doña Isidora es amiga de mi papá. Cuando mi papá y yo vamos a comprarle perrerreques nos atiende requetebién y nos da ipegüe. Ella está segura de que seré una gran mujer y, sin variación, se lo repite a mi papá; éste, igualmente, lo cree y sonríe cuando la oye decir eso.

* poetisa de Nicaragua, miembro del taller „10 poetas del sesenta“
Abbildungen: Quetzal-Redaktion, gt

1 Kommentar

  1. jan z. volens sagt:

    Encantador! Auch soziologisch-historisch interessant weil es den „Stiel“ (Lebensstiel und Ausdruckweise) der Mittelschicht in der damaligen „Provinz“ in Lateinamerika darstellt. Der „Ton“, der Lebensstiel, die Ausdruecke sind – in dieser Alterstufe – heute leider weniger sensitiv.

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