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SALSA, MÚSICA AFRO –LATINOAMERICANA

Miguel Angel Vargas Zapata | | Artikel drucken
Lesedauer: 3 Minuten

Regularmente a la salsa se le vincula con la música y el baile. Pero, en realidad, es mucho más que eso, aunque la música y la danza han sido las expresiones más representativas del fenómeno socio-cultural que dio en llamarse salsa. Este fenómeno surgió como una protesta social y musical. César Miguel Rondón dice que así como el Tango nació en los arrabales de Buenos Aires y el Jazz en los de New Orleans, la salsa emergió en las barriadas latinas de Nueva York.

Musicalmente, arranca cuando Eddie Palmieri, con la cadencia cubana hace arreglos con base en trombones en la parte melódica, según Rondón; el sonido de este instrumento simboliza la protesta por ser ripiado, estridente, a diferencia de los altamente estilizados del violín, la flauta y la trompeta, instrumentos básicos en los formatos de las orquestas cubanas. La acogida de La Perfecta, la orquesta de Eddie Palmieri, por los latinos de Nueva York y del Caribe fue inmediata y explosiva. El formato con trombones lo adoptaron, entre otros, Willie Colón, los Hermanos Lebrón, Ángel Canales, La Dimensión Latina. Danzariamente, los bailarines impusieron su propio estilo y cada vez exigían más velocidad en los ritmos y más libertad. En un principio la lírica no interesó a nadie, ni a los músicos, ni a los productores, ni a los consumidores; no hubo tiempo para pensar en ello. Se vocalizaban estribillos que les daban los títulos a los discos, o se le cantaba a la música y al baile, a temas baladies o, sencillamente, no se vocalizaba. Más temprano que tarde, las letras se volcaron a lo social: por un lado, a la cotidianidad de los desclasados en la gran ciudad, y por el otro, a la protesta socio-política o socio-existencial. Bastaría ponerle cuidado a las letras de los clásicos de la salsa para percatarse que el temerario es mucho más amplio que lo reseñado aquí; faltan el amor, el trabajo, el humor, los homenajes, etc.

No se sabe con certeza quién acuñó la palabra ni en que fecha se dio este hecho; sí es conocido que „salsa“ ganó personería y el fenómeno comenzó a extenderse por el mundo desde mediados de los 60. La palabra ya estaba desde mucho antes en la música antillana por la costumbre inveterada de los músicos de esta región de América de homologar el sabor de la música y la danza con el sabor de la comida y sus ingredientes más fuertes.

La salsa cogió lo mejor de cada país, no necesariamente latino, y le puso velocidad, le dio la marca de su sabor, los músicos sabían que su clientela se identificaba no sólo con los ritmos caribes sino con cualquier música que produjeran con tal que conservaran la calidad e invitaran a mover el cuerpo. Se acogió y se hicieron transformaciones.

La salsa posee un alto grado de universalidad, visto en que cogió de aquí y de allí; ha sido un factor clave de integración, identidad y confraternizacíón entre los latinoamericanos, tanto dentro de su Gran Patria, debajo del Río Grande, como fuera de ella. La salsa nació, creció y se quedó, la salsa nunca morirá.

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