En noviembre de 2014, estudiantes de la Universidad de Leipzig juntos a su profesora de Ciencias Políticas y Comunicación realizaron la siguiente entrevista con Walter Hernández de la radio comunitaria “Vokaribe” en Baranquilla, que se encuentra en el Caribe colombiano.
¿Por qué haces esa radio y qué tipo de música ponen?
Es una experiencia de vida antes que nada. Y viene desde muy niño. Cuando terminé el bachillerato, busqué una carrera que me gustara. Siempre me había gustado la radio. Para mí, la música y la radio siempre han sido muy importantes. Es algo a lo que yo me dedico y es lo que me hace vibrar. Con todo. Con toda la vida.
La música que ponemos es música de esta zona del mundo, que es el Caribe de Colombia. Tiene mucha fuerza de encuentro de etnias, de África y las comunidades ancestrales que ya estaban aquí antes de la llegada de Europa.
¿Hay una conexión entre la música y los temas que tratáis?
Sí, totalmente. Lo voy a explicar así: Para mis estudios me fui a Baranquilla y salí del pueblo de mis padres donde me había crecido. Cuando empecé ese proceso de buscar mi vocación, en la época cuando estaba terminando la secundaria, antes de la universidad, me gustaba la radio. Y busqué una carrera en donde hubiese radio. Encontré la carrera “Comunicación social y periodismo”. En esa época yo ya había conformado junto a otros amigos un grupo de hiphop, de rap. Ahí en Barranquilla me encontré con personas que pensaban la radio como yo, ya no sólamente desde una manera como la conocíamos antes de nuestros pueblos. No era fácil hacer expresar lo que sentíamos porque el modus operandi de la radio comercial de aquella época no estaba muy abierto para nosotros. El hiphop, como el que hacíamos mis amigos y yo, en esos años era visto como una música marginal, de locos… En la programació de la radio comercial el hiphop, la música que nos gustaba a nosotros, no ocupababa ningún protagonismo. No sentíamos excluídos.
A lo largo de mis estudios, cada día estaba más seguro: Teníamos que inventar una radio nueva donde pudieramos incluir a todo el hiphop y todas las otras lógicas y formas de expresar que no estaban incluidas en la radio comercial. En clase leí a muchos autores, como Armand Meidler o Marc Luman. Me di cuenta que ellos hablaban de algo que a mí me interesaba. Que eso era que tenía que ver con esa otra forma de hacer la radio. Muy rápidamente en la Universidad, poco a poco nos fuimos encontrando con otras personas […] que también estaban pensando en otra manera de hacer la radio.
¿Tienen entonces un tipo de programa político?
Cuando empecé a investigar, o a leer libros, me empezaba a dar cuenta que lo que buscaba era otra forma de expresarse a través de la radio y de conectarse con el cambio social, y que tenía diferentes nombres. Algunos las llamaban „radios libres“, otros „radios alternativas“, o radios „ciudadanas”. Pero en ese primer momento, en los noventas, la palabra „radio comunitaria“, „radio libre“, „radio alternativa“, era lo que conectaba a diferentes personas que estábamos en el mundo: en Canadá, algo en Francia, en España… […]. Para mí la radio y la música y la conexión desde lo político es eso: Es como hay un qué decir, un qué transformar, y por lo tanto entonces la radio hace parte del vehículo y del camino para lograrlo o para intentar hacer algo.
¿Vokaribe fue la primera radio comunitaria en Colombia?
Nosotros entramos en los noventa, pero ya de antes, en los ochentas, venía un proceso que estaba muy conectado al movimiento social y a organcizaciones que tenían una puesta de radio. Cuando nosotros nos conectamos, esa puesta ya existía. Reconocimos que ya había un ambiente de radio, y poco a poco nos fuimos conectando: eventos, encuentros… que nos hacían sentir que no estábamos solos. Desde Colombia empezamos también a conocer por ejemplo las propuestas inspiradoras de la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica.
Para nosotros fueron muy inspiradores los materiales educativos de diseño pedagógico para hablar de la radio. En este momento todavía se hablabla mucho de las radios “populares”, pero nosotros no alcanzamos de ver así nombrarlo y nos acercamos y nos conectamos más con la palabra „comunitaria“. De hecho, el registro oficial de nuestra organización es como „Asociación de Radio Comunitaria“. Su razón social está conectada a esa forma de nombrarse.
¿Cómo pueden financiarse ustedes?
Es un proceso que depende de la misma vida que vaya apresentando oportunidades y apuestas propias de nuestra parte. O como una combinación de – antes que nada – el esfuerzo propio y la convicción de que esto es viable. De ahí empiezan a aparecer opciones con instituciones del Estado, con organizaciones no-gubernamentales o con dinero de cooperación internacional. Actualmente, por ejemplo, estamos en la preparación de nuestro portafolio de negocios para conseguir recursos a través de lo que se llama la pauta. Estamos construyéndolo actualmente.
También es importante mencionar el valor que tiene el esfuerzo de los voluntarios o voluntarias. De personas que ya no están pero que en su momento ayudaron a que todo se mantuviera.
¿Cuál es el momento que está viviendo la radio comunitaria en Colombia?
Al principio, en los años 80, hubo una fase de boom. Las licencias fueron otorgadas inicialmente a organizaciones que venían de municipios, de zonas rurales o zonas cercanas a urbes. Sin embargo, de las 400 radios de aquel entonces, como 200 ya se cerraron. Es que no lograron mantenerse con su proyecto comunicativo. Su visión, su misión se vió opacada o casi cuartada circunstancias como la creatividad para poder mantenerse, pero al mismo tiempo no supieron organizarse de tal manera para asumir los retos que implicaba todos los requisitos, que en la ley estaban puestas para cumplir. Al mismo tiempo muchas radios fueron entregadas a iglesias de la comunidad católica. Entonces, se desviaron o no estaban abiertas a construir una participación amplia, sino mucho a temas muy sesgados de evangelización, que hizo que se desvirtuara básicamente su sentido desde lo comunitario.
Hoy en Colombia la radio comunitaria todavía sigue siendo una oportunidad para acompañar formaciones sociales. Así logra fortalecer otras maneras de ser y de estar en el país. Las radios siguen siendo referencia de oportunidad. Hace poco construimos lineamientos de una política para afrontar y aportarle a una cultura de paz en el marco del “pos-conflicto”, o sea: con la situación actual con el enfrentamiento con el movimiento de FARC. Sí se nota que hay organizaciones que tienen mucho que aportar. La radio en Colombia efectivamente puede contribuir a la formación de políticas de paz. La sensación que hay es de mucho ánimo.
¿Cuál es el tema principal del que hablan?
Nuestro asunto principal es: fortalecimiento interno y a al vez conectarnos con estrategias de sonido. O sea, poner a sonar, a través del sonido, a través de las propuestas de programas, de ideas sonoras. Ya no hablar de la radio, sino ponerla también a la calle. Ahí es decisivo la programación de la radio. Es la cara de la radio –queremos sacar la cara y decir „aquí estamos“, „hola, ¿como te va?“. Con ese fin hemos creado programas como „90 minutos“, „La radio a la calle“. Lo último es un programa que se hace mensual en el barrio. Con un mes de anticipación vamos visitando a personas que quieren mostrar lo que hacen. En el programa resaltamos los hallazgos, los liderazgos, los talentos, la vida, o sea… resaltamos la vida que hay en el barrio. En fin, la ponemos en escena en un día para que todos y todas que están ahí relacionados se expresen y se vean entre sí y se conecten con otros.
Ese programa es un gran pretexto para internarnos y tomarle el pulso al barrio, a diferencia a la administración pública, que hace censos y encuentos. Nosotros queremos estar muy conectados a ese pulso de cómo vive la gente y impulsar cambios.
¿Tienen más metodos para entrar en contacto con la comunidad?
Poco a poco hemos ido implementando otros medios. Por ejemplo, hay tímidamente un teléfono. Digo tímidamente porque apenas está empezando. También se generan encuentros. Hay tres programas más: una se llama „Tu voz en todas partes“, otros se llaman „En clave de radio“ o „Radiofonías ciudadanas“. Otra programación que aporta algo muy valioso a la comunidad es „Féminas con actitud“ y tiene que ver con un sentido de dignidad y construcción de referentes desde la femenidad de las mujeres. Otro se llama „Diálogo de las Bermudas“. Parodia un poco el tema del triángulo de las Bermudas. Para ello, busco conectar algo que al inicio se nos hace raro en algún lugar del mundo, pero que al mismo tiempo tú puedes conectar con tu realidad local. Me gusta el resultado al que finalmente llegamos: primero, que todo está conectado y segundo, que puede hacerse conocer algo que la gente de pronto – por mucho que esté en el barrio – no se da cuenta.
Todos esos programas son de producción propia. Otra forma de llegar a las comunidades es la programación musical con un énfasis en reecontrarnos, reconocernos y sorprendernos con eso que se llama „el Caribe”. Para nosotros, desde acá, el Caribe es algo de lo cual no hay una sola definición y a través de la música estamos reconstruyendo ese sentido de ser caribe, ser de esta zona del mundo. Somos unas comunidades que están conectadas con la danza, con la oralidad, con la música y el ambiente. Hablamos como si estuviéramos bailando. Y eso tiene una riqueza que está epxresada en sonidos, a través de la música. Y, de nuestra experiencia, nos hemos dado cuenta de que hay un rezago provocado por los consumos que generaron las radios comerciales en la que hay una sensación de estancamiento y de incidencia en ser nostálgico que hace mucho daño a veces. Porque el movimiento permanente y la conciencia de él es lo que ayuda a sentirse más vivo y a mejorar la sensación de que se cambia. Que se pueden cambiar las cosas.
Entonces en nuestra programación musical insistimos en retomar dignidad en derecho a conocer todo lo que hay de nuevo, de todo lo que se mueve en la diáspora africana, todo lo que se mueve en el mundo de lo afrocaribe, o ¿qué es lo caribe en nosotros desde lo local? Y aquí aparece una palabra clave que es la palabra diversidad. Aprender a identificar y a construir desde lo diverso es un gran reto, por ejemplo en la programación musical. Es mi deseo básico ayudar a recetear la mente de la forma de pensar con el sonido a través de la música, como ofrecer que hay dinámica siempre. Porque hay la sensación de que se escuchan unas ciertas músicas en solo unas ciertas zonas. Quiero insistir en transformar esos estereotipos y en fortalecer los mensajes que hay desde lo local: dar espacio a los músicos, las mujeres, los hombres y los niños que hacen múscia.
¿Hay un cierto tipo de persona que trabaja en una radio comunitaria?
Son personas que tienen ante todo una gran curiosidad porque sienten que tienen algo que puedan decirles a los demás. Digo, son personas que quieren y que sienten que pueden hacer algo para poder mejorar su entorno. Eso es un perfil. No va mucho acá quien quiere figurar como algo de ego. En el fondo es una percepción como de alguien que quiere pensar en colectivo. Que quiere construirse y ser en colectivo. Creo que es eso lo que hace especial la radio comunitaria y uno lo siente cuando llega alguien interesado.
Aquí esta zona se llama el sudoccidente de la ciudad, el sudoccidente de Baranquilla. Quien lo puso así en fin fueron unas circunstancias que llevaron a denotarlo así. Hay gente que considera que tiene areas de miedo, donde no está la infraestructura completa y no tienen toda lo acuedado „kit“ urbano. Sin embargo, al mismo tiempo tiene una gran fuerza y es el lugar del sabor, también. La gente que vive aquí vende productos en el mercado. Hay una sensación del sentido de lo colectivo, en el barrio. O sea, con todos los problemas que hay, hay una gran fuerza en sentirse del colectivo. La gente está en la calle y se habla mucho. Hay conexión comunitaria. A contraste, en otras zonas solo está el edificio en donde las personas entran y salen de sus casas y muy pocos se hablan.
Esa forma de convivir me inspira mucho, porque no es excluir o excluirse, sino es que mostrar que podemos estar conectados sin estar en la actitud de la queja, o sin estar en la actitud de la politiquería. Eso sí: es muy fuerte aquí en esta zona el asunto de la corrupción, la manipulación electoral con relación a la manera de negociar cosas muy básicas, como el kit básico del ser humano para una sociedad: agua, … . Sin embargo, la comunicación es algo a lo que Vokaribe le apuesta mucho. Tiene mucha potencia lo que podemos hacer nosotros aquí en esta zona. Hay que estar a la altura.
¿Hay gente en Vokaribe que vive de la radio?
No. En este momento no tenemos los recursos para vivir de la radio. Pero al mismo tiempo no podría vivir sin la radio. La radio me alimenta para poder seguir pensando en la manera cómo puedo hacerlo. Através de la música logro conseguir esos recursos. Pero al mismo tiempo es todo un bulto estar en esta experiencia de construir las oportunidades que no solo serán ni son para mí sino para todo el equipo que está aquí. Haciéndolo es como se logrará. Y se logra. Y ya se está logrando, poco a poco.
¿Cuál es tu visión para tu radio para los próximos tres años?
Que esta radio se convierta en un referente para las personas. Que sea un referente de acceso a información de calidad, de acceso a sonidos que nos inspiren y que nos conecten con otroas ciudades, otras experiencias. No solamente de música, sino a través de experiencias de vida que después ayudan a inspirar formas de ser y estar en esta zona. Que sea Vokaribe un referente para formación de calidad, que sea un medio que la gente tenga como referencia para informarse, de lo que le interesa como comunidad. Y que al mismo tiempo se sienta inspirado o inspirada en disfrutar de los contenidos que tenemos. Que le guste. Que se sienta orgullosa de la radio.
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