Ricardo, eres argentino pero vives en Ecuador.¿Cuál fue la razón para tu emigración? ¿Se debe acaso a la dictadura de entonces en tu país de origen?
Antes de emigrar a Ecuador trabajaba en un periódico en la Ciudad de Azul, Argentina, y siempre me quedaba hasta la madrugada. El 24 de marzo de 1976 se dio un golpe de Estado y, al toque, empezó la represión contra los medios de comunicación. En esas circunstancias, a la una y media de la noche, entraron unos militares a la redacción y fui detenido. En la cárcel conocí a Osvaldo Laurini que estaba también preso en una celda contigua. Él propuso viajar a Ecuador. Además, yo ya tenía contactos en Ecuador y eso facilitó la decisión de emigrar a este país.
¿Cómo te recibieron en Ecuador?
Siempre, en todo tiempo y lugar, un desconocido es recibido con cierta desconfianza, con mayor razón si es extranjero y llega con intenciones de quedarse. El sentimiento puede convertirse en xenofobia cuando no se trata de un solo forastero, sino de cientos o de miles; en ese caso los recién llegados pueden ser vistos como una verdadera amenaza, independientemente de su raza, idioma, nivel de educación, religión o procedencia. Creo que éste es un problema sociológico común a todos los pueblos.
Lógicamente, ser educado y respetuoso, así como manifestar deseos de adaptarse al nuevo medio abrirá la puerta a la aceptación social del extraño, que no es automática, puesto que demanda tiempo. En general, yo fui bien recibido en Ecuador, en la provincia de Manabí y en las cuatro ciudades donde viví.
Pero sabemos que casi te expulsaron del país. ¿Qué pasó?
Sí, estuvo a punto de terminar con mi expulsión del país. Fue debido al celo de un gobernador en ese entonces que se molestó por un artículo publicado por nuestro periódico. El incidente fue en su despacho cuando defendí a mis colegas, y ante testigos. Luego me visitaron autoridades de migración. Afortunadamente, mi pasaporte estaba en regla porque si no, quien sabe dónde estaría viviendo ahora…
Muchos de estos hechos que has contado son vinculados con tu carrera profesional. Después de tus estudios de periodismo en La Plata, por ejemplo, a los 23 años, fuiste a Venezuela. Allí entrevistaste a Henri “Papillón” Charrière. ¿Cómo obtuviste la oportunidad de hacer una entrevista con él?
Yo tenía 23 años y con el dinero que gané de un juicio en la Argentina, lo primero que hice fui comprar una cámara fotográfica, era un sueño que tenía desde muy chico. Luego quise viajar en barco hasta Génova, pero el dinero no alcanzaba para hacer semejante viaje, así que desembarqué en Venezuela. Allí de pura casualidad me enteré que Henri Charrière era actor en una película junto a Claudia Cardinale. Fui al sitio de la filmación y tuve que esperar un buen tiempo hasta que me concediera una entrevista, él tenía fama de mal genio, pero le simpaticé.
En Ecuador seguías escribiendo para periódicos impresos como el Diario Manabita y El Sol. En 1997, incluso, ganaste un premio nacional de periodismo. De qué se trata esta crónica?
Esta crónica se trata de un accidente de un avión sobrecargado con atún, el cual al partir del aeropuerto de Manta, se estrelló contra la ciudad. El fuego se abrió como una flor, todo el mundo estaba huyendo del lugar. Yo en cambio, corría en sentido contrario, al lugar de los hechos. La experiencia fue aterradora, pues por donde andaba había destrucción y fuego, y esto claro porque el avión estaba cargado de combustible. Estos hechos fueron la base de la crónica que un año más tarde fue merecedora de „la Pluma de Oro“ del concurso de periodismo „Jorge Mantilla Ortega“.
Si bien toda tu vida te dedicabas a escribir, sólo con 55 años empezaste a escribir libros. ¿Por qué solo entonces?
Eso fue un proceso de evolución. Yo siempre trabajaba „de mano rápida“. Yo escribía reportajes, crónicas, noticias, siempre para el día siguiente. Para escribir una novela juegan otros elementos que los fui descubriendo con el paso de los años.
Un libro del cual nosotros, en el Magazín QUETZAL, tuvimos la oportunidad de escribir una resenia es “Tagua. Una Historia de Ultramar”. Se basa en hechos reales en la región donde vives ahora. ¿Cómo llegaste a saber del marco histórico que constituye el trasfondo del libro?
Un día tuve una conversación con un hombre que vivió esta época, aproximadamente de 70 años. Él me contó que en los años 30 llegaron unos jóvenes alemanes para trabajar en Tagua-Handelsgesellschaft y debido a las leyes de raza que en ése entonces promulgaron en Alemania, les estaba prohibido establecer relaciones sentimentales con las muchachas. Sin embargo, las mujeres eran bellas y los hombres se enamoraron de ellas. Yo estaba fascinado con el tema y me fui tres semanas a leer todos los artículos de los periódicos que comprendían entre los años 1935-1938. Me enteré mucho sobre los sueldos, precios y otros acontecimientos de la provincia de Manabí. Y allí comencé a escribir la novela…
¿Hasta el momento, el libro solo se ha publicado en Ecuador. Intentas hacerlo accesible para el público alemán también?
Estoy en esa tarea. Si bien ya existe un borrador de la historia en alemán, es muy difícil encontrar financiamiento para publicar la obra.
¿Sobre qué temas estás escribiendo ahora?
Estoy escribiendo sobre la historia regional de la provincia de Manabí, donde vivo. Actualmente sigo las huellas de un pirata inglés, Bartholomew Sharp, que hizo estragos en las costas del Pacífico Meridional a fines del siglo XVII. Estoy en la fase de investigación. Será un libro con muchos mapas, vínculos a la monarquía inglesa, etc.
Fotos: Quetzal-Redaktion, js