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El alma ignora a la nada

Dagoberto Santillana | | Artikel drucken
Lesedauer: 6 Minuten

El mar: un inmenso espacio marino.

Olas: ondas marinas, y un ritmo

de ritmos diferentes. Melodías

difusas. ¡Oh!, este Oceáno Atlántico.

Ayer fui. Hoy soy aunque no idéntico

a quién fui. Mañana seré. Día de días.

 

Mi corazón poético amante es un pez.

¿Un pez espada? Sí y no. ¡Ah!, cualquier pez.

La vida cuenta con tantos misterios.

La casualidad es incomprensible

y el destino es una variable increíble.

Me atraen muchísimo los cementerios.

 

Los sábados de los días de la infancia

visité el campo santo: una elegancia

arquitectónica de aquellos tiempos

de la ciudad antes del terremoto.

¡Visitas cual un culto religioso!

¡Horas de soledades y silencios!

 

Allá acompañé a mi abuela materna

—ella cuidó de la tumba paterna.

¡Tanto gusté de ver la caída del sol!

Ilusiones vinieron y se fueron,

o, bien, en el devenir perecieron.

Tardes inolvidables. ¡Oh, Yahveh Dios!

 

Años pasaron, y ¡cuánto he vivido!

Suma total de lo que he existido:

pormenores con alegrías múltiples

y tristezas de tristezas variadas,

y aquellas tardes numerosas dadas

en la infancia están en mí visibles.

 

Hice el amor en ciertos cementerios.

¿Por qué en cementerios? ¿Hubo misterios?

A aquellas actividades carnales

llevadas a cabo en campos santos

no las motivaron misterios o actos

de magia negra o de ritos teatrales.

 

Aquellas actividades carnales

llevadas a cabo en tales lugares

no tuvieron por fin la realización

de prácticas fetichistas sexuales

o la impelación a coitos irreales

netos más allá de la consumación.

 

Las ganas coitales. La proximidad

de los lugares. ¿Y? Singularidad

aparte: otro ambiente. ¿Una herejía?

No se molestó la paz de los muertos.

Mis amantes y yo gozamos. Recuerdos

gratos quedaron: despiertan alegrías.

 

Long Beach, Long Island. Playa cual joya regia,

y el viento se pasea con soberbia.

Playa limpia de gran extensión. Olas.

Playa cuya arena es blanca y fina.

Playa emblemática neoyorquina.

Olas que llegan a la costa a solas.

 

El mar: un gran cuerpo de agua salada.

Momento. El alma ignora a la nada.

Imágenes devienen: cual un filme

suceden escenas varias de ayeres.

Playas nicaragüeñas. ¡Tantos seres!

¡Cuánto sol!, y el calor fiero y terrible.

 

Un niño. ¡Oh!, le gustaban los viajes

en autobús por las noches. Paisajes

de la noche poblada de estrellas.

Un niño delgado, y muy soñador

quién no temía de Belcebú y del amor

—y, ¡todas las mujeres eran bellas!

 

Un niño delgado, y de piel morena

y ojos verdes, y ¡cuán curioso! Marea.

Desasosiego. ¡Cuánto le ardía la piel!

No era usual untar el cuerpo de crema

para proteger la piel. !Ay!, sirena

que no le auxiliaste. El azar fue cruel.

 

El niño con fe exhaló el calor cada

vez que él regresó del mar a casa,

y las ampollas de agua en la espalda

y la inconformidad falta de calma

y la angustia de la nada del alma

y la infelicidad fea desalmada.

 

O marea alta o marea baja. Mar. Mares.

Oceáno Pacífico. ¡Cuántos Mares!

¡Qué curioso el niño de piel morena!

Quisó ver coitar. Allá fue él. Le importó

poco el peligro, y todo soportó.

Él y ella coitaron sin tener pena.

 

¡Oh, aquel mar de aguas verdes obscuras!

El niño precoz con tantas locuras

e ideas, y aquel impulso erótico,

siguió a aquella mujer de abundantes

carnes y ojos negros interesantes,

cuyo olor era fuerte, y feo o/y rico.

 

Le vio, preguntó y respondió, y sonrió,

y la sonrisa cómplice le agradó.

Él y ella se introdujeron tan lejos

en aquel mar de aguas verdes obscuras.

Le acaricó las nalgas gordas duras

y, ¡ay!, el molusco de labios regios.

 

Belcebú le convirtió en un ángel

maligno, oyó. ¡Lujuria a granel!

Dos dedos metió en el molusco grande

y le masturbó, y respiró el olor

cítrico del cuerpo hermoso de color

moreno. ¡Oh!, un tiburón con hambre.

 

Playa Larga, Isla Larga, Nueva York,

y el viento soberbio mitiga el calor.

Memoria de lo pasado. Emoción.

Alegría triste. O, ¿triste alegría?

¡Aventuras sensuales! Vida. Orilla.

Mar. Olas. Ilusiones de una ilusión.

 

El mar: una extensión de agua salada

que se pierde en el horizonte. Cada

vida deviene en un tiempo breve

determinado por el sino y el azar.

Sí, y “casi todo” tiende a acabar,

y por tanto tiende todo a ser leve.

 

Y, ¿la nada? ¿Qué pasa con la nada?

¿Cero? ¿Existe o no existe la nada?

¿Es irreal en la realidad? O, ¿sucede

la nada antes de todo? ¿Es el silencio?

O, ¿es la angustia y el aburrimiento?

¿Es la nada significativa? ¿Niega al ente?

 

Cada quién conceptúa a la nada

según su conocimiento. ¡Oh!, calma

que es nada. El alma ignora o/y no ignora

a la nada a las veces. No ser y ser

simultáneamente. Entristecerse.

Complacerse. Tentativa de la hora.

 

Mi corazón poético amante niega

a la nada y se pierde en la ciénaga

del desasosiego de cuando en cuando.

Vida de vidas sucesivas. Vida

única. Ansias de ansia ocurrida.

¡Oh!, los tiempos para vivir soñando.

 

El niño niño delgado, y de piel morena

y ojos verdes, y ¡cuán curioso era!,

vivió de realidades gratas y feas

y de irrealidades, y soñó con deas

—y, ¡todas las mujeres eran bellas!

Odió, quiso y no fue como cualquiera.

 

El niño a quién le gustaban los viajes

en autobús por las obscuridades

de la noche al mar fue dual con el mar

y aceptó el destiempo y sus pormenores.

Soledad de soledades. Dolores.

¡Ah!, el joven dispuesto a vivir y amar.

 

El estudiante delgado y moreno

se olvidó del mar, y rebelde y terco

vivió los sucesos dados día por día.

¡Ay!, día de días faltos de esperanzas.

Guerra civil. Muertos. Desesperanzas.

Guerra maldita. Lágrimas. Lejanía.

 

Amores. Desasiertos. Ilusiones.

Sueños. Desastres. Desilusiones.

El hombre joven delgado y moreno

volvió al mar y por la costa iba y venía,

y gozó, y el crepúsculo devenía.

Mar de mares, intranquilo o sereno.

 

Long Beach, Long Island. Playa neoyorquina,

y el viento se engrandece en su rutina.

Costa. Olas que se esfuman en la costa.

Tanto quedó atrás. Familia. Amantes.

País cuya gente destruye. Afanés.

¿Es Belcebú quién el mundo alborota?

 


 

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