–Quizá recuerdes el océano de hojas, ramas y troncos, el cielo que viene y va, el celeste arriba que se vuelve verde abajo y el verde que se vuelve celeste. Vas hacia el celeste, vuelves al verde, te sumerges. Los compañeros que te siguen, a los que sigues, miles de aromas, miles, millones de ramas y hojas. Descansas, vuelve a subir, nuevamente el océano verde queda abajo y junto a tí, siempre ella, única, inseparable. Sssí, cuando la encuentras es así, dddos se convierten en uno, no ssse separan… Hasta que te sepppaparan. Un día no pude más subir y bajar, no pude ver más la bandada, no ví más mi mitad, esa inseparable que ahora no estaba. De un momento a otro de tener ttttodo nnno ttttuve más, nada. Me faltó el aire, me faltó la bandada y me faltó la mitad, si esa inseparable que no sé dddonde quedó.
–Sí, lo recuerdo.
–Tú, eres nuevo y eres viejo. Nuevo aquí, viejo allá, afuera, en libertad. Pecho orgulloso, rojo, vestido verde naturaleza, cola infinita azul, verde, con luz propia, casi casi te hace el ser más noble de esta cárcel. ¿Cómo llegaste aquí?
–Como tú.
–Yyyo ssoy Sin Plumas, el loro tttartamudo, el loro pelado, el loro triste. Una vez tuve plumas verdes en las alas, en el cuello, en el pecho naranjas, amarillas en las patas. Sssoy el loro pelado, tttartamudo y feo. El loro que se queda siempre, otros, muchos otros vienen señalados por los que acompañan al carcelero y luego se van, se van con ellos. No los vuelves a ver, a los compañeros de celda. El único que se ha quedado por mucho tiempo soy yo, por sin plumas, por feo, por díscolo, porque muchas veces me ausento, me voy sin moverme.
–Nosotros somos Quetzal, un tiempo libres, un tiempo la voz, el color, la piel de los dioses. Para nosotros este es el peor sitio del mundo, cualquier sitio que no sea tu casa infinita de selva será el peor sitio del mundo, un sitio que no merece ser habitado, que no merece ser cantado, que no merece ser explorado.
–Eres extraño, estás solo y hablas por muchos, hablas como si fueras centenares, como si fueras un pueblo. Eres bello, eres extraño. Para mí el peor sssitio del mundo es un espacio limitado, pequeño donde un animal abra una boca grande y de modo veloz e inclemente te meta en sus adentros, que de un bocado deje de tó sólo pocas plumas que tocan suave el suelo. Un final veloz, sin remordimientos. La naturaleza animal. Exacto, por ejemplo, si sales de esta celda puedes terminar en la panza de ese ser peludo con bigotes que parece como si siempre durmiese. No, no duerme, sólo espera que uno de nosotros escape para lanzarse y terminar las cosas, naturalmente, sssin remordimientos.
–¿Tú no has intentado huir?
–Sí, varias veces, pero lo hago sabiendo que seré comido y todo terminará. Huir aquí significa liberarse a través del sacrificio. Ofreces tu cuerpo al ser peludo que está al otro lado de la celda y todo termina ahí. Sin culpa, sin pena. Sí, traté varias veces de huir, pero el palo, la rama del carcelero fue siempre más rápida y siempre he terminado en el suelo después de recibir un palazo ejemplar. Un sssilvido y después el golpe seco. Único y eficaz. Todas las veces me he despertado con las alas rotas, a veces sangrantes. Duele, no me muevo, no como, estoy en silencio varios días y luego regreso aquí. Me muevo, como y tttartamudeo, no hablo, tttarttamudeo.
–Nosotros huimos al interior, no huimos para fuera.
–Ehhh, y cccómo es eso. Yo sssiempre pensé que huir sería siempre ir hacia fuera, no al contrario.
–Nosotros huimos al interior. No es un acto de cobardía, es un acto de rebelión. Huir hacia dentro es rebelarse, en cierto modo liberarse.
–Pppor aquí han pasado muchos emplumados, como tú ninguno. Raro eres. Entonces tú vas hacia dentro y no vuelves y huyes y te liberas. En cierto modo a veces hago lo mismo, después de arrancarme un poco de plumas, inclino la cabeza, abro ligeramente el pico y huyo, regreso a la selva, regreso a completarme con la mmmitad que sssse quedó quién sabe ddddónde. Mmme voy, me quedo ausente en un punto fijo en la pared, hasta que un palazo no tan fuerte, doloroso pero no fuerte, me hace regresar aquí. Aleteo un poco para mitigar el dolor y comienzo a moverme para no provocar más golpes.
–Nosotros aprendimos a callar. Si los carceleros se regocijaban con nuestro canto, entonces nosotros callamos. Si nos encierran en bandada, machos con hembras, pequeños y grandes, nosotros nos extinguimos. Ninguno de nosotros procreará en el encierro. Nosotros no cantaremos, no iremos con nuestro ser al infinito, nos quedaremos en la mitad del camino. Le haremos saber a nuestro carcelero que nosotros existimos en libertad. Encerrados, no existimos, huimos, nos extinguimos.
–Mmmachos y hembras, ppprocreación. Si yo estuviera en bandada, no sería un problema volvernos múltiples e infinitos, él único vínculo es que tttienes que encontrar a la compañera. Ella, la que ssserá una y para siempre. Encerrado o libre. No importa, con eeella eres infinito, libre, dentro o fuera.
–Libre, realmente libre para nosotros es fuera.
–Libre para mí es fuera, sin ella. Dddentro o fuera con ella. Mmmira, ahora viene el carcelero, viene con acompañadores, viene con los que señalan con el dedo y luego desapareces. Mira, te señalan, te irás, todos ustedes se irán, te irás en plural, te irás Quetzal pueblo, pájaro uno y pájaro todos. Te irás y no serás libre sino hasta cuando te vayas al interior, te rebeles en el silencio. Yo, trataré de escapar otra vez, ahora y luego hasta cuando el palo no pueda lastimarme nunca más.
–La Jaula se abrió. Un perico quiso escapar tratando inútilmente de volar con alas peladas, sin plumas, en la mitad de la fuga un palazo preciso lo precipitó al suelo. Fue su ultimo viaje. El carcelero con un movimiento preciso de la otra mano atrapó con una red al quetzal que asistió incrédulo la escena. Lo puso en un saco de yute, se metió cuatro billetes en el bolsillo y despidió a los clientes. El quetzal no volvió a cantar, no volvió a mirar a nadie, se perdió abstracto en sí mismo, quizá fue libre.
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Bildquelle: Quetzal-Redaktion_gc