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Sonata

María Guadalupe Avendaño | | Artikel drucken
Lesedauer: 6 Minuten

I

Me agradabas, así, como te creó la naturaleza,
con tus necios desmanes y tus pocas delicadezas,
con tu infantil comportamiento y tus rencores afectuosos.
No fui el soñador impasible atrapado en el silencio
mezquino de la sociedad; no, no callé, no quise callar,
pues odio la mentira y sus malditos disfraces; no negué
esa fuerza de atracción de tu magnánima personalidad.
Fuiste un ser mitológico: mitad real mitad divina;
un ser supremo de mis arrebatos; no me diste el secreto
que concentran tus impertinencias y raros desplantes,
tus conocimientos y dudas para descifrarte y darte
mi fuego, mi palabra; no quise huir, alejarme de tu resuelto
centro de gravedad; quise pervivir, no solamente vivir,
en el tergiversado laberinto de tus pasiones insasiables.
Esa mi inclinación y preferencia fue paroxismo,
tu misterio me acorraló y el execrable sino me excomulgó.
Levantaste demasiado polvo con tus malos humores
y me hiciste soportar tus indiferencias y desequilibrios.
No es pecado amarse; el amor puede parecer, quizá,
un pecado, si lo es, es un pecado de liberación.

II

Mi amor fue un acertijo: un estado anímico irresoluto;
supo doblegarse, sublevarse; acatar y desobedecer;
pudo ser una mala costumbre y fue un compromiso;
poseyó un rostro que adquirió múltiples dimensiones;
él se empequeñecía o ampliaba y alargaba o encogía;
reflejaba angustia o soberanía, tristeza o alegrías;
ajábase y deslucíase, perdió frescura y lozanía
o rejuvenecíase y fortalecíase; conoció las pulsaciones
de la ansiedad, los fieros desenfrenos de la soledad,
la zozobra de la espera o el sentirse abandonado
como un perro sin amo, el sosiego o el vértigo,
los desafueros o las exclamasiones; fue rojo de pasión,
rosado de primavera, azul de liberación, amarillo
de desdicha, blanco de solitario; me hizo sentir
como un condenado, encarcelado en las avenidas
tridimensionales de la intriga o de las pasiones;
no fue garantía de seguridad personal: nunca lo fue;
me parecía un misterio expuesto a los vaivenes
indescifrables del azar: me negó o reafirmó, fue tautología;
en ocasiones fue una música sentida cual unos labios
que estimulan, empero que queman; fue una necia mala
mirada, un conjunto imprescindible de engendros,
una necedad, quizá una enfermedad mundana: erotomía,
bien masoquismo o sadismo o sadomasoquismo,
probablemente una espiritualidad: santurronería,
bien puritanismo o determinismo o devocionismo;
me descendía a los avernos o me subía a los empíreos;
fue odio o arrebato y perversión o redención y fuego
o frío: una hoguera o un iceberg; fue mito, fue religión;
fue una comedia; lo definí como un monstruo mitológico.

III

Verte y no verte; verte y no verte significó disfrutar
de tu apariencia personal y reconocer los elementos
naturales que te conformaban y que me atraían
irresistiblemente; no verte fue imaginarte y verte
en los aposentos de mi memoria y creer que éramos
el Liebespaar de Müller en el centro de un cuadro,
donde los amantes son dos seres perpetuos en el corazón
de un bosque o en el interior de un parque; verte era oírte,
escuchar tus palabras, prestarte atención y observar
esa tu manía de mover las manos mientras hablabas;
no verte era recordarte, así, rememorar conversaciones
y deleitarme de nuestras discusiones y diferencias de ideas;
verte era apresar y acumular al seguro tiempo durante
callabas porque no tenías absolutamente nada que decir;
no verte era transcurrir en e! pleno silencio de la soledad,
que era la horrible falta de tu gratísima compañía; verte
era aceptar tu monotonía o soportar tus extravagancias
o excentricidades; no verte era tratar de descifrarte
y comprender, discurrir, saborear de tu ausencia; verte
era tenerte, no verte era concebirte junto a mí, teniendo
presente que no estabas porque te divertías con tu amante.

IV

Me engañé amándote n-veces de °° veces, amante,
te engañaste siendo mi amante sin saberlo, amante,
la gran mentira de un amante es engañarse a sí mismo,
mi engaño no fue 0 ni moribundo de brazos abiertos,
fue cielo recién bañado con aromas soleados de verano,
lago azul o panorama inmenso dibujado en el delirio,
la decepción de mi engaño fueron calles comunes
por las cuales iban y venían de aquí para allá curiosos,
perdedores de tiempo, seres infestados de soledad,
tu engaño no fue envidia inoportuna de impertinente
con picazón en sus nalgas gordas sobresalientes,
ni ciudad con 1 000 puentes pequeños y medianos,
puentes como huesos de hermosos esqueletos,
fue olor inconfundible de marihuana y hachís,
cuerpos sexuales atraycntcs ofreciéndose en vitrinas,
la decepción de tu engaño fue cambiar tus ropas.

V

No tuve plenos poderes mágicos para hacer y deshacer
o para posibilitar que mariposas volaran en tus cercanías
y te regalaran sus colores variados y sus fragancias gratas
o para lograr que ruidos indeseados no alcanzaran tus oídos
o para convertir tus dolores en pasatiempos agradables
o para extraviar tus infortunios o para evitarte desgracias
o para ordenar a escritores muertos, cuyos libros leías,
que abandonaran sus sepulturas y escribieran de nuevo
o para enviar a galaxias lejanas a quienes te malquerían
y a quienes se burlaron de ti o no se apiadaron de tu errores
o para hacer posible que tu impaciencia fuera bosque verde
y que la suma de los tedios, disgutos, o las repugnacias
a lo que no correspondía con tu parecer, no amargara tu vida
o para impedir que no soñaras conmigo día por día
o para ser el pescado o las sardinas o la langosta
o los camarones que comías con gusto en los días de fiesta.
No tuve plenos poderes mágicos para hacer y deshacer.
No fui redondo sol caluroso, tampoco amarilla luna fría.
Soy terrestre, posterior a ti, amante, también inoportuno.
Siempre anhelé por tu presencia y mi amor no tuvo límites.

VI

No fuiste olvido siendo ausencia de ausencias,
fui necio solitario, tierra sedienta de agua lluvia,
basurero de los desencantos de tu descansado desamor,
fuiste lo que quise sin ser luna de esperanzas,
sin ser golpe de mar o entusiasmo de niño curioso,
fui pobre poeta tonto escribiendo poemas en prosa,
fuiste potro doble, maravilla rebelde, infinito caos,
fui hormiga, terquedad o inocente mariposa amarilla,
fuiste horroroso, fuiste intriga, odiosa maquinación,
fui de izquierda derecha, de arriba abajo
en el espacio estrecho de mis celos de amante,
mi sexo padeció hambres, hambres de tu sexo,
la ventana abierta de la fantasía fue el invariable
escape para mis amarguras y solitarios onanismos,
fuiste sombra, acoso, tormento, desasosiego,
fui soliloquio, mi amor fue furioso, fue angustia.
¿No existe el olvido? Fuiste lo que quiero olvidar.

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