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Portico

Paúl Puma | | Artikel drucken
Lesedauer: 4 Minuten

Mamá
es
ridículo llorar cuando estás
sola,
sin el ombligo que te dicte
la paz:
„pluc,pluc,pluc…“

Vas y recoges de tu estantería humana
el hígado
(de sexto curso)
le haces un té de manzanilla.

Abres otro cajón,
hallas tu sarna que titila.

Te descalzas
la piel,
y repasas mercada tu cuaderna voluntad
escalofría.

Examinas el techo del invernadero,
labio a tierra.
Es aquel día.
Aquel olor de las manzanas.
Se descuelgan las mayúsculas memorias.
Brisa.

Ahí estoy, aquí está.

Cómo quisieras renunciar al anfiteatro de las venas
amatorias.

Tiemblas más.

Corres y encuentras con la lluvia el resplandor
en el jardín de los gladiolos,
el silencio
entre el bullicio del estiércol, el sudor y la basura.

Ni un celeste corolario,
ccg.

Inverosímil pavimento de la tarde,
ruina móvil,
aquí estoy,
ahí me tienes ferretera población
inútil,
mis, tus sienes serpentinas,
gssh.

Oh, mal,
estéril agonía de matriz,
¿como podrías conspirar contra tu sangre
en tus dos vidas?

¡Déjanos!
Ah, pobrecita,
fatigada hasta la muerte te verás.
Y es la raíz de tu nación quien te condena,
otro latido el que te arde,
mermelada de vacío…

Atente
a los designios de la nada.
¡Shhhhhht!

Mejor, busca en la casa aquellos sótanos
del alma,
escarba
ahí mis ojos arrancados de los profecías del deseo…

Apartaos, apartaos,
no toquéis tu rostro extraño; no,
no vaya a ser que el traicionero hueso
te astille el corazón
hasta jamás…y…

Deja el espejo, el miasma de los libros,
la pata de conejo.

¿Te amordazo?

Reza el padrenuestro, queda exhausta,
escucha:
„Mi, cordero de Dios, que quitas el pecado de mundo,
ten piedad de nosotros,
tú, cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros,
su, cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
dadnos la paz“.

¿Aún te amas?

Sécate los labios de la tara, usa el pañuelo que te soy.

¡Deja la esfera, digo!

Mierrrdaaa.

laestaciónlostrenesvuelan
entubóvedanohayriel
queridareinadebaraja
tos…*

Ghhag, tos, tos clase media, tos ramera, tos mesera, viceversas
ghhag, tos, mecanografiada ghhag, ghhag, tos, tos
computarizada
(de intensivos sábados),
ghhag linotipográfica-académica
(literatura, danza, DAN-za, poesía),
pesadilla por el trigo que no había
por los días del bostezo
(los salarios sub-realistas),
sin infini frénésie por el francés,[1]

por mi,
tus porvenires descompuestos en abriles,
los desvelos,
gggk tus gripes institucionales gggk,
la tos, ghhag, ghhag,
sin
galerías portafolias en los sesos,
sin tu Rembrandt foto-copia,
sin tus gotas de Tolouse,
sin tu sed de mil Vallejos,
de Dalcroze,
en fin,
sin vida línes o letra
sin patología artística,
por mí…

Te sales del cristal, te metes en las sábanes
con ganas de calambres
del invierno.

Bueno.

Ya, no llores más.

Cavila, si te ayuda, cavila
mmh, nomás.
Rodea el cráter de la angustia.

¡Tzhahh!

Saldrás de ti y preguntarás:
“ ¿ ¿…de la tos nacen los hijos
papá??“

lasali vasuc iay ex tranj eragrede
laranuratristeyminusválida
delalmaniña*

Te leerás,
escurrirás de aquellas hojas el perfume
de los ínfimos poemas.

tufraganciaquinceañerasuvioletaenvenenanda
entrelabonolasemillaslasespinasylasombras
yeljadeo*

JA-DE-O

aquellanochesehizotrizaslainocencia
ytencontrastenlosvestidoslamuñecaquelhorrible
olorapozo*

Te harás eco sórdido
de dos
esa es tu cruz.
esamembranaresecatuapellido
es ac titudellantoseminal
hizosupústulaentretidesdentonces

loslamentosenrosario

laberintosesotéricosuicidios
rosacruceslosconfmesdelalmohada
maquinandolapartidahaciaotromundo*

NOPAPAAAGMI
MUMEQUIT AAH CALLADIT A
A MI MUNIEC A AH HA

Por una avenida Rapunzel
te cenicienta el feo
patito feo que dormiste
en forma bella a través
del corazón.

Sé olvido toda, ya.

Son tus historias de miel
estos crayones de luz
de Dios, Jacob, Abraham, los duendes y las hadas
Son tus risas los trabajos de los pájaros
tus .travesuras
el rincón de los almendros y las nueces
y tus manos
un atado de gladiolos
que regabas con fulgor de los pegasos:
alma-niña.

Pensaste que crecías
como aquel vivo deseo que sembraste
y no cresiste,
no crecí,
qué le vamos a hacer.
Toca mi piel ahora en la ventana…
los niños se amenazan la ternura,
con piruetas,
se lastiman los zapatos,
rociados por la luz de los faroles,
en las calles de ausencia.
¿Gimes, más recuerdos?, miente.
Calla.
¡Calla!
-y te hallaste de repente con un ave de rapiña
entre rus piernas,
totalmente, abominablemente de él, ¿partir?,…
no regresaste más-

Y qué le vamos a hacer,
no rías como loca bailarina
de la bruma.
Loca.
Loca.
¡Inválida!
Usa tu humano trapo sanitario,
úsame a mí,
sana una llaga, ay, otra,
ay…

Tomo tu sangre de condesa, veme…
espera, no permitas seamos tierra…

________________________________________

*Según el autor, corresponden al narrador la primera y/o segunda y/o tercera voces de la conciencia de los personajes que se confunden como recuerdos a gran velocidad.

[1] Rota Cecilia no cantaste biologías de los vates en vulgares idiomas de París.

Paúl Puma nace en Quito en 1975; poeta, dramaturgo.

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